Monday, June 18, 2018

Villa Artítis (Instagram)

Bitácora de Instagram.
Mis abuelos la llamaron Villa Artritis. Todavía no se exactamente por qué. Una finca heredada por mi abuela, de cuando mis tatarabuelos tenían una gran hacienda y vivían en la gran casa blanca en la esquina de las calles Carbonell y Brau.

Villa Artritis era cinco cuerdas de paraíso para un niño. Mi abuelo sembró docenas de árboles frutales que a diario nos regalaban su gloria. Allí probé nísperos, quenepas, chinas mandarinas, grosellas (todavía no entiendo por qué la gente prefiere dañar las grosellas haciéndolas dulce...), y una docena de variedades de mangó que mis abuelos recopilaron de todas partes del mundo.

Allí mis abuelos decidieron pasar el resto de sus vidas. Mi abuela diseño la casa específicamente para hacer fiestas, con una cocina gigante y unas enormes puertas de madera que servían como marco de la belleza natural del lugar. Los domingos, toda la familia, de sangre y de amor, se reunía a disfrutar de su deliciosa cocina.

Cómo abuela alcahueta al fin, nos preparaba un bulto con provisiones esenciales, barras de chocolate y Malta India, cuando los primos salíamos a explorar todos los rincones de este gran pulmón verde. Allí nos perdíamos, entre las frutas, las risas y los mugidos de las vacas distantes.

Hace unos dias, visité Villa Artritis una última vez, antes de que las risas de una nueva familia hagan eco en sus hojas. La finca ha sido devastada por María y por el deterioro de los años. Pero, todavía está allí el primer árbol que trepé. Todavía están allí las memorias. Todavia está allí el amor.

Aria corrió por su majestuoso césped, trepó hábilmente por mi amigo árbol y añadió su risa al eco de los recuerdos que siempre vivirán en Villa Artritis.
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(2018)        

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