Sunday, July 24, 2016

Circumitus

Mare de Lis,

No había pensado en ti desde hace muchos años.

No recuerdo cuantos exactamente. No puedo negar que en algún momento tu nombre me haya pasado por la mente. O que tu sonrisa me cruzara por la ventana de la memoria de vez en cuando.

Pero, no había pensado en ti desde hace muchos años.

No me había detenido a pensar en tu cara. En recordar tu mirada. En intentar recuperar el sonido de tu voz y tu risa. 

Te encontré de casualidad. Una búsqueda de las que hago todos los días para el trabajo. Buscando sitios nuevos que hablar en las propiedades en línea que manejo, encontré tu nombre. Encontré tu foto.

Rápidamente, varias cosas comenzaron danzar en mi cerebro. 

Primero, me da mucha felicidad que te veas contenta. No solo eso, todavía estás en el mundo del arte. Espero que no hayas abandonado tu pincel y tu talento. Tus trazos y tus colores eran (¿son?) lo más impresionante de ti. Luego de tu sonrisa, claro.

También observé cómo el tiempo ha pasado. Han sido casi una década y media desde que te vi. Los dos, tú y yo, ahora estamos peligrosamente cerca de los cuarenta. (Quizás yo más que tú.) Pero, todavía está allí la chica que me inspiró más poesía que ninguna otra, antes o después. (Sólo he publicado uno aquí.) 

Lo tercero que recordé lo que sentía por ti. Me dio mucha alegría recordar lo que sentía por tí.

Finalmente, y lo más importante que recordé: tú eres Libertad Aurora. O bien, Libertad Aurora eres tú. Cuando comencé a escribir Two Dancing on the Red Earth, allá en Cambridge, sólo escribí el Prologo y el primer capítulo. No concebí a Libertad hasta después de haberte conocido. Sin hacerlo conscientemente, modelé mi imagen mental de Libertad en ti. Su cabello, su mirada, su sonrisa y su personalidad, la de mujer fuerte que no depende de nadie, nacieron de ti. Libertad existe, en extraña manera, como un tributo inconsciente de mi idealización de ti. 

Este momento de comprensión me azotó fuertemente. Sinceramente no me había dado cuenta de lo que había creado con mis palabras. Cree mi versión ideal de ti. 

Probablemente nunca sepas nada de esto. Nunca sabrás que fuiste mi musa, no sólo para un ciclo extenso de poesía, sino para lo que es, hasta el momento, mi personaje favorito de todos lo que he escrito. Nunca sabrás lo que sentí por ti. Nunca tendré el valor de buscarte y decirte todo lo que significas para mí.

Sólo me queda una cosa que decir.

Gracias.